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Se casó embarazada 25 años atrás con su entonces novio, Horacio Valenzuela, en una ceremonia de alto nivel organizada por su madre, Dolores, antes de que se evidenciara su estado.
Arquitecta de profesión, Ana puso a un lado su carrera para dedicarse a sus hijos, Emma, Pedro y Florencia, a quienes adora y apoya sin condiciones, mientras su esposo se concentró de lleno en sacar adelante una empresa independiente de arquitectura y construcción.
Ella es sensible, talentosa e inteligente, pocos saben que Ana fue instrumental en el éxito de la firma cuando colaboró desde las sombras en el proyecto que puso a la firma en el mapa y le abrió camino; un crédito que su esposo jamás le ha dado, y que ella jamás ha pedido.
Su gran refugio es su amistad con Violeta y Genoveva compañeras desde el colegio, quienes la conocen mejor que cualquier persona.