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Alberto, a pesar de provenir de una familia pobre, siempre se destaca por no demostrarlo y no por apariencia, simplemente porque lo poco que tiene lo sabe lucir muy bien.
Es alto, delgado, simpático, pero su verdadero atractivo es su corazón, lleno de bondad y buenas intenciones. Podría enamorar a la que quisiera, pero nunca tuvo ojos para nadie distinta a Celia. Y no es que no hubiera tenido novias, es que las tenía para sacarse de la cabeza a la negrita, fea y sin gracia que lo cautivaba.
Alberto es seguro, convencido y sincero, pero al lado de Celia es tímido, nervioso, asustadizo, enamorado. Le brota por los poros, no lo puede ocultar, la única que no se da cuenta es ella y cuando por fin se atreve a revelar su amor, es demasiado tarde porque en la vida de Celia ya aparecido Pedro Knight, un picaflor con fama y dinero que lo hace pensar que sin poder y fortuna nunca podrá conquistarla.
Se convierte en un sagaz y efectivo agente secreto del Ejército de Fidel, con una fachada de industrial y empresario que lo muestra como una persona distinta y bondadosa, es decir, el mismo Alberto que se fue, pero ahora con dinero viene a vengar sus frustraciones con la misión engañar a Celia y a su familia para destruirla.