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Es un buen hombre, ético, inteligente, hablador, simpático, encantador, dicharachero, noble, recursivo, creativo y de buen corazón.
Su vocabulario es muy extenso y suele utilizarlo todo en una sola oración. Un poco rimbombante, exagerado y estrafalario al hablar. Tiene la autoestima muy alta y jamás ha considerado que su falta de educación y recursos sean una limitante en su vida.
Sueña con regresar al campo y trabajar en su propia finca. Trabaja como independiente en ventas Multinivel a domicilio por lo que carga de todo en su viejo automóvil.
Su especialidad son los negocios rápidos con mujeres, pues su encanto natural, galantería y su poder de seducción, le dan la ventaja ganadora sobre su competencia. No teme ser insistente, desafiante, ni frentero a la hora de hacer una venta.
Sin faltarle el respeto al cliente es capaz de descifrar sus necesidades para cerrar la venta. Es innovador y aunque sus técnicas son poco convencionales, casi nunca se le escapa un comprador.
Es un hijo de la cultura del esfuerzo y tras el abandono de un padre que jamás conoció, se ha hecho cargo de su hogar.
Creció en el campo con su hermana y su madre, a quien, desde muy temprana edad, ayudó a vender todos los subproductos que sacaban de sus dos vacas y sus 15 gallinas, hasta que, por diferentes razones, tuvieron que desplazarse a la capital en donde, con el producido por la venta de los animales, pudieron conseguir una modesta casita, su automóvil viejo que Méndez ama y cuida como a un hijo y un cupo en la universidad para Milena.
Su novia es la pajarita, la mujer más atractiva y pudiente del barrio, con quien tiene una linda relación a pesar de la intensidad de ella. Sus dos amigos de la infancia en nada se parecen: Jaime, el nerdo tímido y Papeto el malandrín tumbalocas.