Jesús | Capítulo 61 | Los discípulos son acusados de blasfemia y vilmente azotados
Mientras Poncio Pilatos vive el trago amargo de dejar ir a su hija a Roma, los discípulos son perseguidos y agredidos por declarar su fe.
Judith sigue obsesionada con el plan de escape junto a Gestas y tener así a su bebé con tranquilidad, sin embargo, en el fondo sabe que Caifás los buscaría hasta debajo de las piedras si es necesario.
Elena por su parte es despedida por su padre Poncio, su esposa y sus siervos, quienes le entregan detalles y le dan las respectivas bendiciones para que la joven emprenda camino, ella en medio de lágrimas sale del palacio y se despide de uno de sus mejores amigos, el jefe de soldados Petronio quien le recomienda que sea feliz.
Por otro lado, la gran torre que Pilatos mandó construir colapsa en medio de un día de mercado, por lo que muchos mueren en el lugar y otros tantos quedan heridos, ante dicha fatalidad Poncio manda a ejecutar al encargado de la obra.
Mientras Susana y las demás mujeres lamentan la pérdida de un joven valeroso en medio del derrumbe, los sacerdotes intentan hacerle pagar a los discípulos de Jesús el declarar su fe ante él y al verlos sin su maestro los buscan en casa para que ellos confiesen sus razones para estar con el Mesías. Ante esta trampa Santiago y Tadeo son arrestados al confesar que son los fieles seguidores de Jesús, por lo que Susana corre rápidamente a avisarle esta noticia a María Magdalena.
Al pasar las horas los discípulos son azotados cruelmente, no obstante Pedro llega a salvar a sus compañeros del momento de dolor que atraviesan gracias a Caifás y la Magdalena frena este atropello aludiendo que es amiga de la esposa de Pilatos y va a denunciar a los sacerdotes ante el gobernador si no suelta a los jóvenes.