Capítulo 37 | Parte 1 - Discípulos se molestan con Goy por liberar a mujer poseída
Lleno de fe en Cristo Goy libera a una mujer poseída, lo que genera celos en algunos discípulos al ver que él no hace parte de los elegidos.
Claudia le dice a su esposo Poncio que no está de acuerdo con las luchas de viga y le pide que no permita la participación de aquel gladiador esclavo. Tentado por Satanás, Poncio se niega y manifiesta que es mejor así, porque el sufrimiento del “monstruo” tendría fin con la muerte.
Las hermanas de Lázaro se sienten molestas con su cuñada Susana por haber llegado tarde a casa y hacerlo enojar. En ese momento Martha se siente atraída por uno de los sirvientes de Caifás, pero se niega a tener algo con él por trabajar para el sumo sacerdote.
Por otra parte, los discípulos siguen cuestionando las palabras de Jesús, especialmente las de “muerte y resurrección”. Los jóvenes le preguntan a Santiago sobre lo que pasó en el monte con Jesús, pero él se queda callado, responde que no debe decir nada por mandato del Salvador.
Pedro sale en compañía de dos discípulos más a cumplir la voluntad de Jesús; tira un anzuelo al mar y saca un pez, de su boca extrae una moneda de plata con la que debe pagar los impuestos. Los dos jóvenes se sorprenden y le preguntan cómo lo hizo; él responde “obedeciendo”.
Al regresar, los tres jóvenes son interrogados por los demás discípulos sobre lo que estaban haciendo juntos. Uno de ellos le cuenta al grupo lo que sucedió en el mar y Pedro se enoja, le dice que “el pez muere por la boca y el pescador también”.
En el palacio ante el gobernador, son presentadas las personas que participarán en la lucha de vigas. El soldado romano Longino se postula también para la pelea y su propuesta es aceptada.
Una mujer es poseída por Satanás e intenta agredir a Goy, ella corre hacia los discípulos para hacer lo mismo. El hombre lleno de fe y en nombre de Jesús, libera a la mujer de aquel espíritu maligno.
Uno de los amigos de Jesús se enoja con el hombre y le reclama por haber sanado a la mujer. Siente celos de él y le deja claro que no es un elegido como ellos para hacer ese tipo de milagros.