Jesús | Capítulo 89 | El mesías muere crucificado
Jesús sufrió golpes y fue ultrajado en el camino hacia el calvario, un dolor para su madre que no tiene comparación.
Le han entregado la cruz a Jesús y en el camino hacia el calvario tuvo que soportar ultrajes, insultos y latigazos que lo dejaron sin fuerzas.
En medio de este salvaje trato María Magdalena intercede por Jesús ante Petronio, al que le implora que por favor le ayuden al hombre que yace sin fuerzas, por ello ante su segunda caída el centurión romano le pide el favor a un hombre para que éste le ayude a cargar la cruz por el último tramo del doloroso camino.
María, su madre, con dolor infinito le toca y da fuerzas y el mesías le recomienda no llorar más por él.
Al llegar al lugar llamado ‘Gólgota’ Jesús es lastimado de nuevo y clavado en la cruz. A su derecha e izquierda están Dimas y Gestas, los dos ladrones y aunque revisten su misma condición, uno de ellos le reclama al mesías, mientras que el otro le pide que lo reciba en su Reino.
Jesús dice en la cruz las conocidas palabras antes de morir, como ‘padre perdónalos porque no saben lo que hacen’, ‘tengo sed’, le encarga a su discípulo amado a su madre con la frase ‘madre he ahí a tu hijo, hijo he ahí a tu madre’.
Al borde de la muerte Jesús le ora a su padre diciéndole ‘Padre, en tus manos encomiendo mi espíritu’ y cuando las tinieblas se ciernen en todo el pueblo el hijo de Dios con voz potente dice ‘Todo está cumplido’ muriendo al instante.
Ante el dolor los discípulos y María le piden a Pilato que no bote el cuerpo de Jesús, sino que los deje sepultarlo. Por otro lado, Caifás habla de custodiar la tumba, pues pueden sacar el cuerpo y fingir una resurrección, no obstante, en la noche unas figuras brillantes y celestiales hacen temblar en lugar de sepultura y el pueblo entero.
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