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Antes del nacimiento de Leandro, Onofre parece ser un hombre dulce, que espera emocionado la llegada de su primogénito.
Vive con Nacha, su mujer, en una finca de su hermano Pedro, donde trabaja la tierra con orgullo y satisfacción. Cuando tiene a Leandro en sus brazos por primera vez, se da cuenta de que no puede ver y todo su amor hacia él se transforma en desprecio.
Se convierte en un hombre hosco y de corazón duro, limitado para comunicarse y al que le es difícil expresar sentimientos, salvo si se trata de Tomasa, una hija de Nacha con la que empieza una relación en paralelo a la suya; de su hijo Arturo, en quien vuelca toda su vocación paternal y a quien le inculca el desprecio por Leandro; de Urbano, el hijo que tiene con Tomasa, o de los hijos de Leandro, quienes conseguirán ablandarlo.
Llegar a comprar Los Pajales es su máxima realización, aunque cuando por fin puede hacerlo los años de dura faena le han pasado factura en su espalda.