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Es la abuela de Gustavo, su única familia y la persona a la que él le debe todo.
Carmenza se convirtió en su madre cuando Gustavo quedó huérfano, se sacrificó para criarlo y educarlo mientras batallaba contra su propio dolor por haber perdido a su hija.
Carmenza es la voz en el oído de Gustavo, la que lo alienta a vivir con intensidad, porque ella es muy consciente de que la vida apenas dura un ratico.