Tres caínes | Capítulo 41 | El blanco de la persecución
Mientras los hermanos Castaño siguen “construyendo país”, según ellos, su familia ha sido el blanco de sus adversarios.
Por regresar tarde a su casa, Carolina fue reprendida por su padre, quien no entró en razón y halló esa única manera de “proteger” a su hija, pues los padres de la joven saben que su hija está rodeada de personas que no le convienen, como Karen, quien se está casando con Luciano. A la casa de Carolina llegaron varios ramos de flores, pero ella no ha dicho quien se los envió y solo le confesó la verdad a su madre, al revelarle que ama a uno de los Castaño.
Doña Rosa le pidió a su hija, Delfina, que entrara en razón y olvidara a J2, pues la madre está muy preocupada por su hija, ya que cree que el hombre podría partir en cualquier momento y podría partirle el corazón a la joven, pero ella se resigna y reafirma que siente amor por el trabajador de sus hermanos.
Toda la familia de los Castaño está de regreso a Medellín, pero están siendo rodeados por las autoridades, quienes buscan interceptarlos para así rastrear las llamadas de los hermanos Castaño. Finalmente, algunos uniformados entraron de una manera inusual a la casa de la familia de Carlos y Vicente, alterando la paz al interior de ese hogar.
Mientras tanto, Carlos llegó a la casa de Carolina, pero el padre de la joven no lo recibió de la manera más prudente, sin embargo, por un acto incoherente de Carolina, las cosas se calmaron y Carlos logró que la joven pudiese ir a la fiesta del matrimonio de Karen, junto a sus padres.